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golpes bajos

Mi voto

El domingo me pondré la camisa limpia, el traje nuevo, la bufanda roja y me iré, temprano, a votar. El domingo, este domingo, me lavaré mejor los dientes, me afeitaré de cuchilla, que apura más, y me iré, con mis zapatos crujientes, a votar.

Va uno con la idea del voto en la cabeza como una lengua de fuego, como un pentecostés, va uno con una candela luciente bajo el sol del domingo, un voto no es nada, sólo una llamita de intención que se apaga y se enciende según los vientos políticos, según el terral y el garbí de los periódicos, de lo que pasa, de lo que dicen. El domingo, como los mozos de Monleón, remudaré con despacio para irme a votar temprano.

[...] estamos en una democracia moderna y capitalista que además exige la espectacularidad, lo mediático, las palabras fuertes y el navajeo portohurraco. De otro modo, el personal se desanima y el domingo opta por quedarse en casa, de ahí tan fuerte abstención. Ya que no se mueve a los españoles por las ideas, hay que moverlos a gritos. Gritos e insultos, mejor que gritos y susurros.

[...]

El domingo, este domingo, voy a madrugar como un hortelano, voy a ponerme la pana limpia, el vaquero de vestir, y voy a caminar despacio, meditativo, por mi pueblo, hasta la urna. En la cabeza llevo mi voto y lo pasaré a la papeleta. El voto de la resignación, el voto de la participación, el voto de la emoción, el voto útil e inútil de la verdad y la violencia de alma, para quedar en paz conmigo mismo y tomarme luego un tinto, el tinto sobrio y duro del deber cumplido y el domingo santificado. El voto de Izquierda Unida.

Paco Umbral 25 de mayo de 1995

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