The Boss is in town
Un viejo pistolero ha llegado a la ciudad. Su revolver parece vacío, pero todavía podrían quedarle una o dos balas, y sus balas llevan mucha muerte.
Esta mañana, iba a escribir que Santa Estefanía, que tiene (tenía) reservado un asiento a la derecha del Padre, me había invitado al concierto, y que os jodieseis los pringaos sin entrada. Pero circunstancias de última hora, cuyo detalle desconozco, me han hecho engrosar fulminantemente en las filas de esos pringaos de los que un minuto antes me reía. Justo castigo.
Pero todos los tontos tienen suerte, y hete aquí que San David de las Casas ha descendido de los cielos para cederme generosamente su entrada. Dicen que pagando no es lo mismo; espero que no se aplique a este caso. La lista de temas imprescindibles es tan larga que de tocarlos todos se haría de día. Mañana, o cuando tenga un rato, haré aquí un repaso de la experiencia.
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