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golpes bajos

Epitafio (reprise)

Epitafio (reprise)

Aunque este blog tenía que morir algún día, y era el momento adecuado, no me gustó el regusto amargo que quedó en el último post. Además, no se corresponde con la realidad, era un cierre en falso. Así que me voy a permitir la licencia de re-cerrar. Un buen día como hoy.

El futuro es incierto, está cargado de incógnitas. Es difícil saber qué pasará a partir de ahora. Pero sí sabemos lo que tenemos, y eso es nuestro. Nada podrá borrar nunca los momentos que hemos compartido. Los paseos, las conversaciones, las miradas, las caricias. Cada beso que me has dado, en un impulso, pillándome desprevenido, desarmándome. Cada vez que he atrapado tu cuerpo desnudo debajo del mío. Eso es ya siempre nuestro. Y no me cansaré de repetirte lo que cada segundo contigo ha sido y es para mí. Tú me haces sentir realmente vivo. Imprimes en mí un fuego, una pasión que nada ha encendido nunca. Salvo tú. Y podrás decir que te gusta cómo escribo tanto como quieras, que la culpa no dejará de ser tuya. Porque tú me inspiras como nada más puede, porque nunca he escrito a nadie como te he escrito a ti. Y eso no va a cambiar: cuando ya no te escriba aquí, lo haré en algún otro lugar, y te haré llegar mis palabras de otra forma.... o las guardaré escondidas. Pero serán siempre tuyas.

No tengo ni idea de qué pasará a partir de ahora. Pero miro ese ahora y veo nuestras manos unidas, y un camino que se abre ante nosotros, y que tendremos que ver si recorremos. Y ahora sé que no hay prisa, que voy a esperarte todo el tiempo que haga falta.

En unas pocas semanas se abren grandes cambios en mi vida, cambios que he buscado para que ese camino contigo fuese posible. Pero cambios positivos, pase lo que pase, aunque sean cambios hacia lo desconocido. Cuando pienso en esa nueva vida, a veces me abruma el sentimiento de incertidumbre. Pero pienso en ti, y el resto es fácil.

Porque, mi niña, tú haces que todo sea fácil.

Epitafio

He republicado dos posts que, en su día y por distintas razones, consideré que estaban de más. Como ahora esas consideraciones son irrelevantes, y su sitio está con los demás, ahí es donde los voy a dejar. Y con ésto doy por cerrado, ahora sí, este blog. Buenas noches, y buena suerte.

 

Vino y rosas

Vino y rosas

He visto mucho mundo. Me he pasado la vida dando tumbos por ahí. Pero realmente lo único que hacía era huir, huir hacia adelante, pero huir al fin y al cabo. Ahora me doy cuenta de que lo más importante, lo único importante de verdad, estuvo siempre muy cerca. Lo más importante eras y eres tú.

He jugado mucho a buscar algo parecido en otro sitio. Nunca fue más que un placebo. También he jugado a olvidar que lo que tú me dabas era siquiera posible. Y he pagado mi precio por ello, o se lo he cobrado a otros. No más.

Te quiero. En el fondo, siempre te he querido. Y ahora que te tengo tan cerca, no te voy a poner nada fácil que me alejes de ti. Porque contigo es donde quiero estar. Siempre.

(Publicado originalmente el 15 de Mayo de 2013)

Alas

Alas

Te echo de menos. Es tu voz, las ganas de escucharte, y de compartir tantas cosas contigo.

Pero es también la necesidad de verte, de contemplarte, de empapar mis ojos en ti. De oir tu risa clara y de beber tus lágrimas. De que hagas que mi corazón se detenga, por un momento interminable, con una sola mirada. Y de tocarte, oh dioses, de tocarte, de besar tu boca y cada hueco de tu piel. Quiero sentir de nuevo cómo tu sola presencia satura todos mis sentidos.

Así que, con tu permiso, voy a ir preparando mis alas y, cualquier día de éstos, me las pondré y volaré a tu lado.

(Publicado originalmente el 21 de Mayo de 2013)

Mañana de jueves

Cuando despierto estás a mi lado, tumbada, ya despierta, mirando hacia la pared, como a ti te gusta. Me acerco para sentir el calor de tu cuerpo, te beso en la nuca y te rodeo en un abrazo, acariciándote. Meto la mano por debajo de tu camiseta y recorro con mis dedos tu suave piel, primero tu tripa, después tu pecho. Es delicioso tenerte así. Te giras para verme y yo quedo recostado sobre ti, pasando los dedos por entre tu pelo, mirándote simplemente, adorándote en silencio. Pero tu boca entreabierta es irresistible, y te beso, y me besas, y me derrites en esa sensación sublime que tus labios producen en mí, mientras tu mejilla se refugia en la oquedad de mi mano. Te deseo tanto... Mi mano baja, muy despacio, por todo tu cuerpo, y se cuela dentro de tu pantalón, perdiéndose en el vello ensortijado de tu pubis, hasta zambullirse en el hueco entre tus piernas. Creo que nunca me voy a acostumbrar a ésto, a encontrarte siempre tan mojada, a sentir este néctar exquisito en mis dedos, disparando todos mis instintos, imprimiéndome el punzante deseo de estar dentro de ti. Te quiero desnuda, ya. Por unos segundos, somos una maraña de brazos y gruñidos, hasta que toda nuestra ropa sale volando en cualquier dirección. Por fin te tengo como te quiero, piel contra piel, muy pegada a mi, sintiéndote toda. Y te penetro, muy lentamente, y te vas abriendo a mí, poco a poco, presa de la excitación y el placer, con esa cierta dificultad que tanto me enciende, hasta que estoy completa, profundamente dentro de ti. Estar así, contigo... hasta que te conocí, yo no sabía que esta sensación de plenitud era posible. No puedo dejar de besarte, de acariciarte, de mirarte a los ojos, y tú me abrazas muy fuerte, con tus brazos, con tus piernas, como si quisieras devorarme, fundirte conmigo en un solo ser. Nos movemos muy poco, muy despacio, me deslizo resbalando en tu interior, acariciando tus paredes, tocando algo muy dentro de ti, en una danza hipnótica que nos va sumergiendo en simas insondables de placer. Tus gemidos son cada vez más intensos, y me abrazas cada vez más fuerte. Noto como empiezas a perder el control, y me sonrío por haberte arrancado otra pequeña victoria. Tus músculos se tensan, tus gemidos se convierten en aullidos, y yo me vuelvo loco y, sujetándote fuertemente contra mi pecho, te doy todo lo que tengo, hasta que algo se rompe dentro de ti y tu cuerpo estalla, y yo estallo contigo. Me dejo caer rendido sobre ti, los dos empapados en nuestro sudor, agotados, en un estado de completa relajación. Pero, amor, vas a llegar tarde al trabajo.

Madrugada

Ya, ya lo sé. Ya sé que tengo muchas cosas que hacer, que no debería estar aquí. Pero qué quieres que haga, si sólo puedo pensar en ti, en tus besos, en tenerte entre mis brazos. Y ya sé que estás lejos, y que la distancia debería enfriar mi cabeza. Pero es que a la vez estás tan cerca, tanto que casi te siento con las yemas de los dedos; creo que nunca te he tenido tan cerca. Y me desespero por no poder volar a tus brazos y aprovechar cada precioso segundo que tengamos. Necesito poder recorrer tu espalda con mis manos. Tus hombros, tu cuello, tus lóbulos, tus mejillas. Necesito sentir tu piel. Necesito tu boca, tus labios, tu dulce sabor. Te necesito a ti.

Y estoy haciendo todo lo necesario, todo, para hacerlo posible.

Gracias

Gracias

En el fondo, tengo que estarte agradecido por sacar de mi cabeza todas mis locas fantasías. Porque has puesto en su lugar memorias de una realidad mejor, que yo no habría podido imaginar, no solo, no sin ti. Gracias por compartir conmigo un tiempo increíble. Por abrirme las puertas de tu casa, de tu cuerpo, de tu alma. Por recordarme lo que de verdad es importante en esta vida. Por los días, por las noches, por dejarme amarte, por regalarme tanta dulzura, tanto amor.

Tengo bien guardados, grabados a fuego, todos los momentos que hemos compartido. Son todos especiales. Un rato en el sofá, escuchándote, recreándome en tu voz y en tus gestos, mientras acaricio tus piernas, tus rodillas, tus pies. Una mañana de domingo leyendo en la cama, rodeándote con mis brazos mientras apoyas tu espalda en mi pecho. Besos robados en la penumbra de una sala de cine. Cruzar una plaza arrebujados el uno en el otro, protegiéndonos del viento frío. Espiarte mientras te vistes. Hacerte el amor. Dios. Hacerte el amor. Atraparte contra las sábanas y cubrir cada milímetro de tu piel con mi cuerpo, abrazarnos hasta fundirnos, moviéndonos apenas, muy dentro de ti, sosteniendo tu nuca mientras te miro, te beso. Escuchar tus gemidos, notar como tu cuerpo se tensa cuando tu orgasmo se acerca, irremediablemente. Gracias por enseñarme que el sexo puede ser mucho más, por hacerme tocar el cielo con las puntas de los dedos.

Todos esos momentos, mi niña... quiero más. Quiero muchos más.

Aunque duerma sin ti

De tan poco que pesas mi suelo se construye
Aun estando tú lejos el amor me rodea
Aunque duerma sin ti duermo en tu lecho
No tengo yo tu amor por él avanzo
En él se pone triste esta tristeza
De tan poco que pesas es tuyo todo el suelo
Tu amor tan fácil de llevar me empuja
Tus delicados labios gobiernan hondas zonas
De quién somos si tú te llamas mía
Fue hecho para ti este ser que tus manos
tan seguras de qué tocaban han tocado

Para Elda, Tomás Segovia (En los ojos del día)

Mañana de domingo

Mañana de domingo

Lentamente, la consciencia comienza a inundar mi cerebro. Hmm, estás aquí cerca, puedo sentir tu calor, olerte, oir tu sutil respiración. Y noto tus dedos jugueteando en mi pecho. No hay nada más delicioso que despertarse así. Abro los ojos tímidamente y me encuentro con los tuyos mirándome. Eres tan bonita, y yo estoy tan desprevenido, que tu belleza me corta la respiración. Buenos días, amor. Sonríes y te inclinas sobre mí, y me besas suavemente. Joder, no entiendo cómo he podido tardar tanto en venir, como he podido estar tanto tiempo lejos de ti. Poco a poco, tu beso suave va dejando de ser tan suave, y se va convirtiendo en algo ardiente, primitivo, sin dejar de ser dolorosamente dulce. Me estás encendiendo como sólo tú sabes hacerlo. Llevo una mano detrás de tu cuello y dejo que mis dedos se enreden en tu nuca, mientras los tuyos recorren mi cuerpo ávidamente. Pasas una pierna sobre mí y te dejas caer, haciéndome sentir cada milímetro de tu piel, tus pechos aplastados contra mi, los latidos acelerados de tu corazón. Acaricio tu espalda mientras me pierdo en tus ojos, completamente embriagado de ti. Te vas clavando en mi y me siento delirar. Cuando te siento así, tan caliente, tan húmeda, cuando te oigo suspirar de esa forma en mi oido, siento que voy a perder la razón, consumido por el placer. Oh dios, mi niña, cómo he podido estar ni un segundo lejos de ti.

RRR

RRR

Beneath the city two hearts beat
Soul engines running through a night so tender

Aquí estamos, tú y yo, simplemente, dos almas arrojadas contra el mundo, después de tantos años. Pero hoy tú estás perdida, desorientada, y yo quiero reconfortarte, darte mi apoyo, quererte. Me gustaría darte más, darte todo lo que tú mereces, pero no puedo. Por mucho que quiera cuando posas en mí tu mirada dulce y profunda. Así que te abrazo, te estrecho entre mis brazos, y en ese abrazo trato de transmitirte todo lo que siempre te he querido. Mis manos acarician tu espalda, noto cada milímetro de tu cuerpo contra el mío, tu olor se me clava... no debo pensarlo. Beso tu frente con toda la ternura de que soy capaz. Pero ya es tarde, un incendio se ha desatado en mi interior y está totalmente descontrolado. Debí haberlo sabido, siempre tuviste este poder sobre mí. De repente estoy sordo, ciego, sólo te veo a ti. En los últimos atisbos de cordura trato de besarte sin besarte, besarte y no besarte a la vez. A quién pretendo engañar, eres lo que siempre he deseado. Al infierno con todo, esta noche sólo quiero amarte, consumirme contigo en esta hoguera de pasión como si fuera la última noche de nuestras vidas. Esta noche, al menos esta noche, soy tuyo, y tú eres mía.

Addiction

Addiction

Intento por todos los medios no pensar en ti. No recordar tus manos entrelazadas con las mías, a escondidas de todos los ojos. No recordar el momento en que nos quedamos solos en la parte de atrás de un taxi. No recordar tu boca, tus labios dulces temblando contra los míos. Intento olvidar el calor, la suavidad de tu piel desnuda, mis manos recorriéndote, nuestros cuerpos unidos. Tus ojos mirándome por última vez. Pero no puedo. Mis manos vacías se sienten huérfanas desterradas de tu cuerpo. Aprieto los puños e intento seguir adelante, pero cada vez que trato de pensar en otra cosa vienes a susurrame algo al oído, cada vez que cierro los ojos estás ahí mirándome, deshaciéndome y haciéndome nuevo, y sólo quiero correr de nuevo a tu lado y abrazarte, besarte, fundirme contigo.

Regreso

Regreso

Siempre me ha parecido muy cutre la decoración de este bar, con sus churretes, sus estalactitas, y sus carteles de brebajes esotéricos colgados del techo. Pero hoy no podría importarme menos. Ah, estáis ahí atrás, al lado de la barra. Unos pocos saben que vengo, pero han sabido guardárselo. Tiro de la maleta y voy hacia allá. Cuando me ves, abres tanto los ojos que siento que me va a tragar un océano de aguamarinas. Llega el momento de los abrazos, las voces, las sonrisas. A la mitad de los saludos llego hasta ti. Tu cara es un poema, y yo tengo el corazón en un puño; he deseado tanto que llegase este momento... Haciendo uso de toda mi fuerza de voluntad, te doy dos besos y continúo con los que faltan. Vaya, al mirarte fugazmente por el rabillo del ojo me parece notar que te has quedado un poco (más) descolocada. Me siento muy gamberro. Termino de saludar, ya están todos. Creo que me han preguntado algo, pero mi mente está ya muy lejos. Perdonad un momento, chavales. Tomo tu mano y te arrastro a un rincón algo apartado. Cómo estás, amor. Mientras nos miramos, acaricio tu mejilla, y tú la apoyas en mi mano y dejas caer los ojos de esa forma que sabes que me derrite. Llevo tanto tiempo soñando con tus labios, recordando dolorosamente su delicado sabor. Bésame, tonto. Mientras nos fundimos, siento como mi pecho se abre y salen volando cientos de pájaros, libres por fin.

Harían bien en dejar de murmurar y echarse unos cuantos dardos, porque no pienso dejarte ir en toda la noche.

Hoy es uno de esos días

Hoy es uno de esos días

Hoy es uno de esos días en los que daría cualquier cosa, cualquiera, por poder despertarte con un beso largo y suave, el desayuno, y una rosa; la rosa es, claro, para recorrer con sus pétalos tu cuerpo desnudo. Hoy es uno de esos días en los que me gustaría perderme contigo entre las sábanas, y no dejarte salir de la cama en todo el día. Hoy es, a fin de cuentas, un día como otro cualquiera.

Seda

Seda

Todavía es de noche. No sé qué me ha despertado, tal vez algún ruido en la calle, tal vez el tacto cálido de tu cuerpo. Duermes. Me incorporo sobre un codo y aparto las sábanas, y durante un largo rato te contemplo, simplemente, empapándome en tus curvas embriagadoras. Eres Helena hecha carne, la mujer por la que miles de hombres irían a la guerra. Con el dorso de mi mano acaricio, apenas, tu brazo, y dejas escapar un suave suspiro. Recorro con los labios tu hombro hasta depositar un beso suave en la base de tu cuello. Despacio, silenciosamente, pego mi pecho a tu espalda y me siento arder. Paso mi brazo alrededor de tu cuerpo y acaricio tu tripa, distrayéndome en tu ombligo. Después recorro el contorno de tu pecho con los dedos, desde tu pájaro de fuego, bajando y volviendo a subir hacia el centro, y voy trazando tenues círculos, cada vez más pequeños, hasta acariciar tu pezón con la yema de un dedo, mientras sostengo tu pecho en mi mano extendida. Te echas hacia atrás, apretándote más contra mí, todo a lo largo. Vaya, parece que he interrumpido tu sueño, cuánto lo siento. Te giras y abres los ojos risueña, y me miras en la penumbra con una tímida sonrisa en tus labios. Me has despertado, dices, mientras te restriegas contra mí, y tu mano baja y me atrapa como tu cara inocente nunca haría pensar que atraparías a un hombre. Tu sonrisa se ensancha y tus ojos brillan. Amor no me mires así, yo no tengo la culpa, has sido tú solita. Con mi mano recorro el interior de tus muslos firmes, suaves, buscando mi ansiado tesoro. Estás muy caliente, amor, y muy mojada. Y sabes que nada me pone más que notarte así. Me inclino sobre tí. Te beso, me besas. Nos besamos. Nos devoramos. Algo me dice que esta noche no vamos a dormir mucho.

Vapor

Vapor

Estás en la ducha ensimismada, y creo que no me has oído entrar. Te contemplo durante unos momentos en tu belleza desnuda, sintiendo como la llama del deseo arde en mi interior. Me acerco y, ahora sí, notas mi presencia. Sonríes y me lanzas una mirada seductora, ardiente y cándida a la vez. El agua cae sobre tu piel, desprendiendo un hálito de vaho. Me acerco por detrás y acaricio tus hombros; beso tu mejilla, y voy bajando por tu cuello. Acaricio con mi lengua el lóbulo de tu oreja, mientras mis manos recorren tu cuerpo; tus caderas, tus pechos, tu tripa. Te abrazo y me pego a tí, para que notes lo duro que estoy. Suspiras. Te giras y me besas apasionadamente. Mi vida, hoy voy a hacerte gemir de verdad.

Absenta

Absenta

¿Y cómo no te voy a escribir, mi vida, aunque sea en unos versos torcidos, cuando me quedo aquí sólo, desnudo, tiritando? Son éstas las horas más oscuras y frías del día, cuando me quedo completamente vacío, como un libro en blanco, cuando más necesito tu calor. Cuando más te anhelo, cuando más trato de estirar los brazos, inútilmente, intentando alcanzarte. Quisiera decirte tantas cosas. Algunas, no soy libre para decirlas, pero otras... ¿cómo no te iba a escribir, mi vida? Hoy has vuelto a dejarme totalmente desarbolado, trayéndome recuerdos que tenía profundamente enterrados. Es curioso; mientras tú recuerdas el frío, yo sólo te recuerdo a tí, rabiosamente bella, bellísima, mi princesa de los Cárpatos. Y aunque el recuerdo es intenso, se ve rápidamente desplazado por otro dolorosamente vivo: tu voz, tu olor, tu tacto, tu respiración, tu calor; tu pecho contra el mío, y mis manos acariciando tu pelo, tu espalda.

De alguna forma, sigo encadenado a tu piel.

Tal vez

Se encuentran al azar
hiperrealismo sensual

Exilio

Exilio

Cada noche, cuando tu voz se pierde y cuelgo el teléfono, me invade una tremenda sensación de vacío. Quiero estar contigo. Quiero estrecharte entre mis brazos y fundirme contigo en un abrazo eterno. Quiero recorrer tu cuerpo dulce, cubriéndolo de besos. Quiero sostener tus mejillas y mirarte a los ojos, y en esa mirada decirte todo aquello que las palabras son demasiado pobres para decir.

Cada día, cada segundo sin tí es una pequeña tortura. Una lucha por dominar la lacerante tentación de dejarlo todo atrás, cruzar el océano que nos separa y poner fin a este destierro cruel.

Prisión

Prisión

Es el fin. No volveremos a vernos. Te beso con pasión, casi con hambre. Muerdo tus labios. Te alzo en volandas, tú te encaramas sobre mi, rodeándome con tus piernas. Te deseo tanto, te necesito con tanta intensidad que casi duele. Sólo puedo pensar en desnudarte, arrastrarte a la cama y hacerte el amor una vez más, apretarte contra mi pecho y volver a sentir tu piel, suave, húmeda, caliente. Pero mientras nuestro universo gira detenido, lejos, en el mundo, un reloj hace tic-tac.
Es el fin. No volveremos a vernos.

El silencio y la ira

El silencio y la ira

Only now has it began to snow. Snow now. Now snow.

Te imagino llorando hasta caer agotada y dormida, y es como si me clavasen mil puñales en el corazón. Quiero abrazarte, y me deshago. Siento una tristeza honda, una rabia sorda por no haberte podido proteger. O peor, pude y no lo hice, pude advertirte al menos, aunque no fueras a escuchar. Siento vergüenza por mi silencio cobarde.

Mi vida, no hay derecho a este dolor. Tu espíritu dulce no merece sufrir así. Mi alma se desangra por no poder envolverte en un abrazo cálido, protector, y librarte de todo mal. Rabia. Dolor.