Blogia
golpes bajos

Palabras, sólo palabras

círculos

Plantar un árbol, tener un hijo. O dicho de otra forma: hacer algo útil, dejar huella. Siempre he creído que la vida consistía en eso. Pamplinas, nada más que migajas. Cuando un fuego abrasador te rapta, te eleva y hace palpitar todo tu cuerpo, todas esas cosas pierden de pronto su sentido. Toda una vida no vale nada comparada con tenerte un segundo entre mis brazos, con hundirme en tus ojos por un instante fugaz y eterno. Gracias por hacerme sentir tan intensamente vivo.

Es curioso. Ya lo había olvidado, pero ahora que repaso viejos papeles perdidos (I, II, III, IV, V, VI, VII) me doy cuenta: a lo largo de los años, he escrito tantas veces tu nombre dentro...

revancha

Me gusta, a veces, pensar que no eres tú, y que eres otra que yo he soñado. Sacas entonces lo mejor que hay en mí. Y entonces te amo, y amo contigo a toda la Creación. Sólo tú tienes ese poder.

Es por un lado mentira, porque tú juegas a ser algo que no eres. Y yo te dejo jugar, y que enciendas en mí fuegos que me abrasan, fuegos que rompen mis diques y me imprimen el ardiente deseo de compartirlos. Tú te llevas tu parte, que es lo que en el fondo venías a buscar.

Pero también hay una verdad. Y es que despiertas en mí la pasión que llevo dentro, como muerta, y entonces amo, amo tiernamente y amo todo y a todos, y no sé de lazos, raza, edad, sexo, color. Es un amor ingenuo y genuino, auténtico. Por eso digo que sacas lo mejor que hay de mí: porque es algo que llevo dentro, pero está como aletargado. Y tú lo depiertas.

Por eso te dejo que juegues conmigo.

 

Y ahora sí, me tomo la revancha:

bom-bom

bom-bom
bom-bom
bom-bom
bom-bom

( )

bom-bom
bom-bom
bom-bom
bom-bom
bom-bom
bom-bom
bom-bom
CRRRACK!

It's christmas, it's christmas in heaven

Hoy amanecí de esta guisa:

A mí la nieve me pone blandito y me llena de buenos sentimientos. Me trae recuerdos de Febrero de un año... Hoy en Madrid eran todo risas y juegos, carreras y bolazos. Una estampa que probablemente no se vuelva a ver en décadas. Como decían los Monty Python, es Navidad en el Cielo.

Mientras, en el infierno...


Ashraf Amra / AP (CBSnews)


Hatem Moussa / AP (CBSnews)

Ojos de gata

Los ojos de gata tienen el sabor de la fruta prohibida. Aunque tú no lo sepas.

Y aún a ratos ya ves

Otro viernes tonto:

Todo esto viene por una entrevista que me ha pasado un colega. A Loquillo y Sabino... del Fede. Vivir para ver. Y ojo, que la entrevista está bien, es agradable; ya podría el hombre dedicarse a estos menesteres... El caso es que me he pasado la tarde, entre make y make, escuchando viejas canciones, de trogloditas.

El otro día me contó un amigo una historia troglodítica -bueno, más bien me la explicó bien, porque contármela me la habían contado unas semanas antes. Una historia de un tío mandándole flores a una chica a los pocos días de conocerla, de conocerla en plan close encounter quizir. La parte que yo no había entendido es que la idea del envío era algo así como "doce días, doce rosas". Cuando me lo contó me hizo gracia, me recordó a los "doce meses, doce causas" de la cadena amiga. El caso es que debería haberme recordado a otra cosa. Eso es lo peor: no el escuchar una historia así y no reconocerse, no verse teniendo ese impulso en una situación similar; no, lo peor es escucharla como escucha uno cuando le cuentan el argumento de una peli de estreno, como algo que no va con él. La gente debería guardar mejor sus tesoros.

And I bet

He jests at scars that never felt a wound

The dice were loaded from the start...

Mescalina con coca... no falla.

Es viernes. Me quiero poner tonto. Qué pasa.

Si no lo comparto, rebiento!

En resumen:

Amigo1:
"Las fiestas se acercan y si queremos hacer nuestra famosa cena de navidad hay que ir moviéndose. El otro día estuvimos hablando de ello, y según caen este año las fiestas, los días que nos parecieron más apropiados fueron el Viernes 26 y Sábado 27 de Diciembre. Obviamente no tenemos decidido ni el sitio ni nada, pero sería un buen comienzo saber si os parecen bien estas fechas, o si preferis otras o si no os apetece o no vais a poder venir."

Amigo2:
"el viernes no se si abre llegado de vitoria"

Amigo3:
"qué es abre llegado??"

Yomismo:
"no conoces LLegado de Vitoria? Gran bar, pero efectivamente cierra los viernes, una pena."

Amigo4:
"Noooooo, tengo el mismo humor que Ricardo"

Amigo2:
"me cago en la leche, he buscado en internet si existe un restaurante que se llame así, pero no lo han puesto pagina web todavia."

Yomismo:
"tú, que no sabes buscar:
llegado_de_vitoria"

Gracias (The Rock and Roll Company)

Gracias a todos

Tesoros

Recorro Madrid. Es una ciudad tranquila. Mis pies y mi cabeza avanzan en direcciones opuestas.

Un día la marea deja en la orilla una vieja llave herrumbrosa. Entonces recuerdas que hay una caja en algún sitio en el desván, cubierta de trastos viejos y polvo, en la que un día guardaste algo, pero no recuerdas qué. Parece que fue en otra vida; cerraste la caja y echaste la llave al mar, y con el tiempo olvidaste incluso que aquella caja, y lo que encierra, existieron alguna vez. Ahora, el azar ha querido que la llave vuelva a tu mano.

Cruzando oceanos, atando cabos

Como todos las semanas, aquel domingo el abuelo de Ernesto fué a visitarlos, trayendo consigo aquella revista gringa que hablaba siempre de lugares remotos y desconocidos. Pero aquel domingo la revista era diferente: la portada no mostraba algún paisaje fabuloso, sino dos ojos azules que se le clavaron a Ernesto en el pecho como puñales.

-Algún día, encontraré a esta chica y me casaré con ella -le dijo a su hermano Víctor.

Ernesto tenía entonces diez años. Pegó la foto en el techo de su cuarto, encima de su cama, y durante años lo último que vió antes de cerrar los ojos, y nada más abrirlos, fueron los ojos oceánicos de aquella chiquilla. Al alcanzar la mayoría de edad, buscó un trabajo y ahorró, y en cuanto tuvo lo suficiente, se despidió para siempre de su tierra natal y partió en busca de aquella niña -mujer para entonces- de ojos claros.

Dar con ella no fue cosa fácil y le llevó todavía algunos años más; las cosas no son fáciles para un inmigrante en tierras lejanas, cuando llega con tan sólo una revista ajada, y ni siquiera conoce el idioma local. Pero al fin, tras cruzar océanos en el tiempo y en el espacio, la encontró. Cuando por fin estuvo frente a aquella chica que había soñado tantas veces, la miró fijamente a los ojos y le dijo:

-Te he amado toda la vida. Cuando era un niño, tus ojos son lo último que veía al acostarme, y también lo primero que veía al levantarme. Y ahora que estoy frente a tí, todo lo que quiero es eso, que cada día lo primero y lo último que vea sean tus ojos.

Hoy regentan juntos un pequeño y encantador retaurante mejicano en un suburbio de Reikiavik.

Riders on the storm (puto blogia)

Acabo de perder un post que no me había costado poco escribir, en el que trataba de describir la sensación de libertad, con un punto de euforia, que produce cruzar Madrid en bici bajo una tormenta como la de anoche. Tengo un cabreo mayúsculo, es tarde y no voy reescribir el post. Espero que algún día blogia de una puta vez funcione decentemente, ninguna maravilla, bastaría que no perdiese información con esta alegría. Dejo, por lo menos, la foto que lo ilustraba y un enlace que hacía.

La herida (II)

If Psyche had not held me by the hand I should have sunk down. She had brought me now to the very edge of the pool. The air was growing brighter and brighter about us; as if something had set it on fire. Each breath I drew let into me new terror, joy, overpowering sweetness. I was pierced through and through with the arrows of it. I was being unmade. I was no one. But that’s little to say; rather, Psyche herself was, in a manner, no one. I loved her as I would once have thought it impossible to love, would have died any death for her.

(Si Psyche no me hubiese sujetado la mano me habría hundido. Me había traído ya hasta el mismo borde del estanque. El aire se hacía ahora más y más brillante a nuestro alrededor; como si algo lo hubiera incendiado. Cada bocanada dejaba entrar en mí nuevo terror, alegría, dulzura sobrecogedora. Estaba atravesada de lado a lado con sus flechas. Me estaba deshaciendo. Era nadie. Pero eso sería decir poco; más bien, la misma Psyche era, de alguna forma, nadie. La amaba como nunca habría pensado que es posible amar, habría muerto cualquier muerte por ella)

C.S. Lewis

Hace unos días copié aquí un pasaje de Siddhartha. Hacerlo hoy tendría incluso más sentido. Pero no es difícil encontrar más ejemplos. Por algo será.

Hay heridas que no lo son. Que no duelen, sino que son dulces, son puro éxtasis. Un gesto, una mirada, pueden hacer que el tiempo se detenga y el mundo deje de girar, sumergiéndonos en esa imposible eternidad, tierna y delicada.

La herida

No sabiendo ya si había tiempo, si aquella visión había durado un segundo o cien años, no sabiendo ya si existía un Siddhartha, o un Gotama, o un Yo y un Tú, herido en lo más profundo de su ser como por una flecha divina que lo vulnerase dulcemente, hechizado y disuelto en su interior, Govinda aún permaneció un instante inclinado sobre el impasible rostro de Siddhartha, ese rostro al que acababa de besar, que acababa de ser el escenario de todas esas metamorfosis, de todo el Devenir, de todo el Ser.

H. Hesse

Extremadura

Al Sur de Béjar, al Norte de Plasencia, existe un pueblo, un pueblín. Está enclavado en el valle del Ambroz, en las estribaciones de la sierra de Gredos; le rodean algunos de los parajes más bellos que han visto mis ojos. Es aquí, en este pueblo. Donde me he dejado tanto corazón.

No volveré a aspirar el aroma de esos amaneceres de verano, duros y hermosos, contrastados contra los montes que separan el Jerte y el Ambroz. No volveré a andar esos caminos trufados de zarzas que conducen a lugares secretos, acompañado del más fiel amigo. No volveré a perderme en viejas juderías, ni a sentir mi corazón inflamarse en noches estivales, palpitando espectante ante dulces y nuevas sensaciones.

Pero, sobre todo, no volveré a veros. Es una congoja que llevo dentro, que sale a la luz en esas noches en las que algo me pone los sentimientos a flor de piel. Siempre os echaré de menos. Siempre os llevaré conmigo.

Destierro

O, that I were a glove upon that hand ...

Adorable, arrebatadora. Deliciosa es la curva que tu cuello describe cuando lo encoges, en ese gesto de inocencia tan tuyo. Pero yo te arrebaté la inocencia, o tal vez no. Quisiera no haberlo hecho jamás, si es que lo hice. Pero volvería a hacerlo cien, mil veces.

Me cautivas y yo guardo silencio, o lo intento, pero no puedo. Tu piel es tan suave… Acaricio tu espalda y sólo puedo pensar en tenerte entre mis brazos una vez más.

Academia de Galach. Todavía me duele el esternón

Confieso que tenía la intención de escribir algún día un post titulado Blak Güind, Faier and Sti-il, pero dado como está el patio, creo que no estoy a la altura. Los visitantes casuales deberían hacerse un favor y visitar el JorJBloG y el blog de Algy Moncrieff, en particular Ode to Jorj, Der Impèrial Akademy of the Gallach, Der Pagüer of de Toilet y Der Prìmer Impèrial Jirou. En las últimas semanas, este par de tipejos han estado jugando a superarse a sí mismos -y el uno al otro- hasta alcanzar cotas muy por encima de mis posibilidades. Así que me rindo, renuncio, no puedo entrar en la carrera, chapó y vayan ustedes a verlos a sus páginas de origen. Aviso: puede resultar muuuuuy friki.

Explico algunas cosas

Preguntaréis: ¿Y dónde están las lilas?
¿Y la metafísica cubierta de amapolas?
¿Y la lluvia que a menudo golpeaba
sus palabras llenándolas
de agujeros y pájaros?

Os voy a contar todo lo que me pasa.

Yo vivía en un barrio
de Madrid, con campanas,
con relojes, con árboles.
Desde allí se veía
el rostro seco de Castilla
como un océano de cuero.
Mi casa era llamada
la casa de las flores, porque por todas partes
estallaban geranios: era
una bella casa
con perros y chiquillos.

Raúl, ¿te acuerdas?
¿Te acuerdas, Rafael?
Federico, ¿te acuerdas
debajo de la tierra,
te acuerdas de mi casa con balcones en donde
la luz de junio ahogaba flores en tu boca?
¡Hermano, hermano!

Todo
eran grandes voces, sal de mercaderías,
aglomeraciones de pan palpitante,
mercados de mi barrio de Argüelles con su estatua
como un tintero pálido entre las merluzas:
el aceite llegaba a las cucharas,
un profundo latido
de pies y manos llenaba las calles,
metros, litros, esencia
aguda de la vida,
pescados hacinados,
contextura de techos con sol frío en el cual
la flecha se fatiga,
delirante marfil fino de las patatas,
tomates repetidos hasta el mar.

Y una mañana todo estaba ardiendo
y una mañana las hogueras
salían de la tierra
devorando seres,
y desde entonces fuego,
pólvora desde entonces,
y desde entonces sangre.
Bandidos con aviones y con moros,
bandidos con sortijas y duquesas,
bandidos con frailes negros bendiciendo
venían por el cielo a matar niños,
y por las calles la sangre de los niños
corría simplemente, como sangre de niños.

¡Chacales que el chacal rechazaría,
piedras que el cardo seco mordería escupiendo,
víboras que las víboras odiarían!

¡Frente a vosotros he visto la sangre
de España levantarse
para ahogaros en una sola ola
de orgullo y de cuchillos!

Generales
traidores:
mirad mi casa muerta,
mirad España rota:
pero de cada casa muerta sale metal ardiendo
en vez de flores,
pero de cada hueco de España
sale España,
pero de cada niño muerto sale un fusil con ojos,
pero de cada crimen nacen balas
que os hallarán un día el sitio
del corazón.

Preguntaréis: ¿por qué su poesía
no nos habla del sueño, de las hojas,
de los grandes volcanes de su país natal?

¡Venid a ver la sangre por las calles,
venid a ver
la sangre por las calles,
venid a ver la sangre
por las calles!

 

España en el corazón
Pablo Neruda

Presagios 34

La obediencia que esta noche
me susurras al oído
obediencia es de veleta.
¿Estar quedo? ¿Cambiar mucho?
Eso será como quieran
los aires que muevas tú
para jugar con la ausencia.
No te quejes de mis vueltas
y de no encontrarme nunca
cara a cara:
el huirte es obediencia.
Y si mi alma no te está
nunca quieta,
no la llames volandera:
fidelidad te he jurado
-yo de hierro, tú de aire-
de veleta.

Pedro Salinas, 1924.

El balbuceo y el verdadero sentido

'Lightly men talk of saying what they mean. Often when he was teaching me to write in Greek the Fox would say, "Child, to say the very thing you really mean, the whole of it, nothing more or less than what you really mean; that's the whole art and joy of words." A glib saying. When the time comes to you at which you will be forced at last to utter the speech which has lain at the center of your soul for years, which you have, all that time, idiot-like, being saying over and over, you'll not talk about joy of words. I saw well why the gods do not talk to us openly, nor let us answer. Till that word can be dug out of us, why should they hear the babble that we think we mean? How can they meet us face to face till we have faces?' C.S. Lewis

 

Nos ha pasado a todos mil veces. Quiere uno decir algo importante que lleva dentro y no acierta a encontrar las palabras adecuadas. Las ideas y los sentimientos que uno quiere expresar son fuertes y claros, nítidos, en el corazón. Pero al pronunciarlos se convierten en un tartamudeo ininteligible e idiota.

Lewis va mucho más allá. Hay momentos en la vida en los que uno considera centrales unos principios, unos deseos y anhelos, y construye en torno a ellos y su consecución un proyecto vital. En la persecución de estos objetivos, y mediante los éxitos y fracasos alcanzados, va uno escribiendo las páginas de su existencia, y en mayor o menor medida da también algunas pinceladas -o brochazos- en las páginas de los demás, como ellos lo hacen en las nuestras. Pero también hay momentos en la vida en los que uno echa la vista atrás y hace repaso, y cae en la cuenta, con una mezcla de divertimento y nostalgia, pero muchas veces también con ciertas dósis de pesar y propósito de enmienda (nunca cumplido), de que aquellos motores que veía tan centrales en su día parecen hoy un balbuceo, no por interior menos idiota, sino más.

¿Llegaré, como la protagonista de la novela de Lewis, algún día a encontrar y ser capaz de articular esa palabra que se encierra en lo más hondo de mi ser? Tal vez sea ese el momento en que pueda mirar a los Dioses cara a cara.